Hace poco, LAUREANO TURIENZO, quizás la referencia más importante en Retail, y no sólo en España, compartió en LINKEDIN algo fascinante sobre la nueva tienda insignia de ZARA EN NANJING.
Llamarla “tienda” se queda corto: imagina un espacio donde puedes tomarte un café en el ZACAFFÈ, probarte ropa mientras una IA analiza tu estilo, reservar un probador VIP y, de paso, sumergirte en una experiencia donde moda, tecnología y entretenimiento fluyen como si siempre hubieran estado juntos.
Lo más revelador es que ZARA no está experimentando en China: Está aprendiendo de China, porque allí la innovación no se planifica en largas reuniones; simplemente sucede, se prueba, se mide y se mejora.
Mientras en Europa seguimos debatiendo normativas que tardan años en aprobarse, en Shanghái un proyecto que aquí necesitaría tres años sólo para el papeleo, allí abre sus puertas en seis meses. El resultado es una sociedad vibrante donde el comercio, el transporte y la cultura laten al mismo ritmo digital.
China no habla del futuro. Lo está construyendo ahora mismo.
Y lo interesante para nosotros: en lugar de intentar copiar ese modelo (algo imposible y probablemente no deseable), se abre la oportunidad de hacer algo inteligente: tender puentes entre dos mundos que se necesitan mutuamente, donde Canarias puede, y debe, jugar un papel importante.
1. China, cuando ir de compras se convierte en una experiencia vital:
Si piensas que un centro comercial es solo un lugar con tiendas, prepárate para cambiar de opinión.
En China, estos espacios se han transformado en ECOSISTEMAS VIVIENTES donde puedes encontrar galerías de arte entre las boutiques más sofisticadas, oficinas de lujo que comparten espacio con jardines verticales, restaurantes que son también espacios culturales y de entretenimiento… y donde la tecnología más en la vanguardia llega a través de superapps.
LAUREANO TURIENZO lo describe perfectamente como una “economía emocional”: ya no vas solo a comprar un producto, vas a formar parte de una historia, a vivir una experiencia que te conecta emocionalmente con el espacio y las marcas.
Algunos detalles parecen sacados de una película de ciencia ficción, pero que ya existen:
En el ROBOT MALL DE PEKÍN nos reciben con humanoides que nos guían por el centro. No es un truco publicitario: cada planta muestra aplicaciones reales de robótica en la vida cotidiana, desde asistentes domésticos hasta compañeros de ejercicio. Es como caminar por el 2050, pero en 2025.
En Shenzhen, ADRIAN CHENG creó el K11 ECOAST, un lugar donde literalmente respiras innovación.
Imagina caminar entre galerías de arte contemporáneo, detenerte en un café rodeado de vegetación real, trabajar en una oficina con vistas a jardines interiores y terminar el día comprando en boutiques tecnológicas. Todo en un mismo espacio que se siente orgánico, no forzado.
Es una ciudad dentro de la ciudad, pero una que funciona mejor que muchas ciudades reales.
El grupo WANDA, de la mano de TENCENT, ha ido aún más lejos: Sus centros comerciales inteligentes conocen tus preferencias (si tú lo permites, claro) y te sugieren rutas de compra personalizadas, ofertas específicas o experiencias gastronómicas basadas en tus gustos. Todo integrado con WECHAT, la superapp que usan más de mil millones de personas en lugares como el SHENZHEN WANDA MALL.
El resultado es un comercio híbrido donde ya no distingues dónde termina lo físico y empieza lo digital.
Y aquí viene nuestra parte favorita: la naturaleza está ganando terreno en estos templos del consumo.
China está liderando una tendencia arquitectónica que nos tiene fascinados: centros comerciales que son también pulmones verdes.
El 1000 TREES MALL en Shanghái parece más un bosque vertical que un centro comercial. Tiene literalmente mil árboles creciendo en su estructura.
Pero no es el único que nos dejará con la boca abierta, también están el SHENZHEN BANTIAN VANKE PLAZA, CHENGDDU GLOBAL CENTER, GAANGHUIN PARADISE, CHONGGING HALO SHOPPING … y van sumándose más.
No son gestos simbólicos. Son cascadas interiores que regulan la temperatura, techos solares que alimentan el edificio, terrazas con lagos que reducen el ruido urbano.
Es sostenibilidad, sí, pero con una estética que te hace querer estar allí.
Lo que todos estos proyectos comparten es una filosofía revolucionaria:
“El retail no compite con el comercio online, lo abraza y lo mejora. Son espacios donde la gente quiere estar, no porque necesite comprar algo, sino porque la experiencia vale la pena por sí misma”.
Paradójicamente, estos centros comerciales verdes chinos podrían ser una de las respuestas más tangibles al objetivo de construir “CIUDADES SOSTENIBLES Y RESILENTES” QUE PROPONEN LOS ODS.
2. Más allá del comercio, el ecosistema tecnológico que lo cambia todo:
China ha dado un salto cuántico. Ya no es “la fábrica del mundo” sino el laboratorio de innovación más ambicioso del planeta.
Algunos datos que quitan el aliento:
- BYD YA VENDE MÁS COCHES ELÉCTRICOS QUE TESLA a nivel global.
- HUAWEI HA LOGRADO FABRICAR CHIPS DE 7 NANÓMETROS, contra todo pronóstico, y pese a las sanciones.
- DJI CONTROLA EL 70% DEL MERCADO MUNDIAL DE DRONES.
- Ciudades como SHENZHEN O HANGZHOU SON, BÁSICAMENTE, LABORATOROS URBANOS DE INTELIGENCIA ARTIFICIAL, donde los algoritmos optimizan desde el tráfico hasta las citas médicas.
Pero el verdadero game-changer son las SUPERAPPS.
WECHAT, ALIPAY o MEITUAN no son aplicaciones: Son sistemas operativos para la vida diaria.
Con una sola app puedes pagar el metro, reservar hora en el médico, pedir comida a domicilio, contratar un seguro, donar a una causa benéfica, dividir la cuenta con tus amigos e, incluso, montar tu propia microempresa. Todo sin salir de la misma interfaz.
Los mini-programas (pequeñas apps dentro de la app principal) han creado algo extraordinario: un ecosistema digital que acompaña la vida de 1.200 millones de personas sin fricciones, sin cambios de contexto, sin complicaciones.
La fricción digital prácticamente ha desaparecido en China. Y eso cambia todo: desde cómo socializas hasta cómo emprendes.
Por supuesto, esto plantea debates importantes sobre privacidad y vigilancia que no podemos ignorar. Europa nunca replicará este modelo tal cual, ni debería hacerlo. Nuestros valores y marco legal son diferentes.
La lección es valiosa: la integración bien hecha genera eficiencia y cercanía con el usuario.
Ya están surgiendo iniciativas europeas como SUMMAX que buscan crear ecosistemas integrados, pero respetando nuestros principios de privacidad, transparencia y equidad.
El reto es aprender de China sin perder nuestra identidad europea.
3. Europa en el espejo, entre la reflexión y la acción:
Seamos honestos: Europa es hoy un continente con excelentes intenciones que se mueven a cámara lenta.
Lideramos en regulación climática, tenemos los ODS como brújula moral, pero la distancia entre lo que decimos y lo que hacemos se agranda cada día. EL PACTO VERDE, avanza con pasos de tortuga, nuestra autonomía tecnológica es más aspiración que realidad, y seguimos dependiendo energéticamente de otros.
Mientras tanto, China ha tejido una red de alianzas con Asia, África y América Latina que no hace ruido pero que está reconfigurando el mapa de influencia global a través de inversiones en infraestructuras, puertos y parques tecnológicos.
La pregunta del siglo XXI no debería ser quién gana la carrera, sino quién sabe colaborar mejor.
Y aquí es donde Canarias debe entrar en escena.
Nuestra posición geográfica es única: somos el punto donde se encuentran Europa, África y América. Pero no es solo geografía.
Tenemos herramientas concretas:
El RÉGIMEN ECONÓMICO Y FISCAL (REF) es único gracias a la ultraperiferia de las islas, ofreciendo, bajo el amparo de la Unión Europa, ventajas competitivas reales para atraer inversión: la fiscalidad más baja de toda Europa, reinversión de impuestos hasta el 90% en cualquier proyecto propio o de terceros (convirtiéndose en una fuente de financiación única y extraordinaria), incentivos a la innovación, estabilidad institucional y una conectividad marítima y aérea envidiable.
Añade a esto infraestructuras de primer nivel, talento multicultural y un ecosistema audiovisual en auge que nos está posicionando como el hub creativo del Atlántico.
Canarias podría convertirse en la puerta inteligente: el punto de entrada natural de las empresas chinas hacia Europa, África y Latinoamérica, y simultáneamente la plataforma de lanzamiento de las europeas, africanas y latinoamericanas hacia Asia.
No hablamos de subordinación. Hablamos de inteligencia estratégica pura.
Construyendo puentes reales: modelos de cooperación que funcionan.
La cooperación real no empieza con grandes declaraciones sino con proyectos concretos que generen valor para todos.
Canarias tiene las cartas para jugar esta partida con inteligencia.
Aquí van algunas ideas concretas:
- Centros logísticos del futuro: Podemos aprovechar la ZEC para atraer centros de distribución de empresas chinas que miran hacia toda Europa, África y América Latina. Pero no cualquier centro: hablamos de instalaciones con energías limpias, trazabilidad europea y estándares de sostenibilidad que marquen la diferencia.
- Historias compartidas a través del audiovisual: Ya somos el plató natural de medio mundo. El siguiente paso sería utilizar la RIC y los incentivos del REF para crear coproducciones que cuenten historias sobre los retos comunes: cambio climático, nuevas identidades, sostenibilidad, tecnología aplicada en un mundo mejor. Convertir Canarias en un espacio de diálogo creativo global donde Oriente y Occidente se encuentren a través del cine y las series… y otros productos culturales, como la música o el teatro.
- Puentes educativos bidireccionales: Impulsar el aprendizaje del chino mandarín en nuestras universidades mientras promovemos el español en China. Crear programas de intercambio que no sean solo académicos sino también empresariales y culturales. El entendimiento empieza por el idioma y la convivencia.
- Laboratorios vivos de innovación verde: Tenemos experiencia real en desalinización, energías renovables y gestión de recursos escasos. Podemos ofrecer Canarias como banco de pruebas para tecnologías chinas de transición verde, creando asociaciones público-privadas en agricultura inteligente, almacenamiento de energía o gestión del agua.
- Tecnología aplicada: Inversión en nuevas plataformas como es el caso de SUMMAX (que ya hemos mencionado) donde la tecnología es base de un negocio compartido como red social y comercial.
Cuando la cooperación se basa en beneficios mutuos y no en imposiciones, todos ganan.
China obtiene una entrada confiable a mercados occidentales.
Europa, Latinoamérica y África acceden a innovación de vanguardia y escalan.
Canarias se posiciona como nodo estratégico.
Y el planeta respira un poco mejor.
4. Navegando la complejidad global:
No vivimos en un mundo de cuentos de hadas.
La guerra comercial entre Estados Unidos y China ha mostrado lo frágiles que son nuestras cadenas de suministro.
Washington endurece controles sobre semiconductores, Bruselas teme quedarse fuera del juego, y la transición ecológica corre el riesgo de convertirse en otro campo de batalla geopolítico.
Pero China no está esperando a que se resuelvan estas tensiones. Está fortaleciendo lazos con el sudeste asiático, invirtiendo masivamente en África, creando nuevas rutas comerciales con América Latina. Está construyendo un mundo multipolar quieran otros o no.
Europa necesita despertar y entender que la relación con China debe construirse desde el pragmatismo, no desde el miedo.
Las diferencias ideológicas son reales y no desaparecerán. Pero no pueden eclipsar la urgencia climática ni la necesidad de cooperación tecnológica para resolver problemas globales.
Canarias, con su tamaño manejable y su posición única, puede ser el laboratorio donde ensayemos esta nueva diplomacia económica: Un espacio seguro para construir confianza, probar modelos de colaboración, aprender a trabajar juntos en sectores verdes, culturales y tecnológicos… y, por supuesto, donde cualquier pueda ganar.
5. La sabiduría de la visión a largo plazo:
Si algo podemos aprender de China es su capacidad de pensar en décadas mientras otros piensan en trimestres.
No se trata de copiar su modelo político o económico. Se trata de entender cómo una civilización con cinco mil años de historia ha conseguido reinventarse sin perder su esencia, cómo ha pasado de la pobreza extrema a la innovación puntera en apenas cuarenta años.
Mientras Occidente cambia de rumbo con cada elección, China mantiene planes que trascienden generaciones. Esa continuidad, con todos sus claroscuros, tiene algo que enseñarnos sobre la importancia de la visión a largo plazo.
Europa, y especialmente regiones como Canarias, pueden encontrar en esa perspectiva temporal una lección valiosa: cooperar no es rendirse, es multiplicar posibilidades.
En un planeta que se calienta, donde los algoritmos moldean economías y la desconfianza amenaza con fragmentarlo todo, la única estrategia con futuro es compartir conocimiento, tecnología y propósito.
Porque ningún muro —ni digital, ni político, ni comercial— detendrá la física del cambio, sea climático o de cualquier otro tipo. Y China lo entendió antes que muchos: el futuro no se construye en soledad.
6. ¿Y ahora qué? La oportunidad canaria:
Canarias tiene ante sí un momento histórico.
No necesitamos convertirnos en el “Silicon Valley del Atlántico”. Esa no es nuestra historia ni nuestro destino.
Podemos ser algo más auténtico y valioso: un espacio de encuentro donde culturas, tecnologías y economías aprendan a colaborar sin destruir lo que las sostiene.
La cooperación con China no debe verse como una amenaza a nuestra autonomía, sino como una alianza entre diferentes que comparten un desafío existencial: reinventar la prosperidad sin colapsar el planeta.
Si lo conseguimos, quizás dentro de unos años miremos atrás y descubramos que el verdadero puente que construimos no fue solo comercial o tecnológico.
Fue humano.
Y empezó aquí, en estas islas pequeñas con horizontes infinitos.
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