Junto a la danza tecno utópica o distópica, -según quien tenga que bailar-, con una banda sonora caótica, donde unas veces se solapa un ritmo con otro, hay que añadir a la participación de la IA un elemento esencial que se materializa en el remix geopolítico de este 2025, o lo que es lo mismo:
- Trump regresando con un gobierno abiertamente corporativista, con mensajes, leyes y movimientos internos y externos repletos de contradicciones constantes.
- Milei transformando Argentina en un laboratorio de shock.
- Putin empujando a Europa hacia ciclos de militarización y dependencia energética.
- Una presidenta japonesa alineada con la escalada estadounidense contra China.
- Estados Unidos ignorando la ley internacional en Venezuela o Colombia, y apoyando, según intereses, a personas (generalmente mandatarios) que igualmente la quebrantan.
- Leyes anti migración extendiéndose por numerosos países.
- Matanzas diarias en Ucrania, Gaza y Sudán.
- Un mercado global de chips y energía al borde del cortocircuito.
Y todo lo anterior es solo una versión simplificada de la realidad global.
Esto no son eventos aislados.
Todo está conectado:
- Conflictos.
- Precios energéticos.
- Rutas marítimas.
- Políticas de exportación tecnológica.
- Vigilancia digital.
- Deuda pública.
- Inflación.
- Migraciones.
- Clima.
Repetimos de nuevo la pregunta: ¿Y cómo participa de todo esto la IA?
La IA no opera en un vacío. Opera en el mundo real, donde la estabilidad es ya un lujo, y donde las decisiones de corporaciones y gobiernos se retroalimentan como si estuviésemos en un juego donde las estrategias pueden ser unas o las contrarias.
En este contexto, la automatización masiva no es solo un problema económico: es un acelerador de fragilidad social y un multiplicador de inestabilidad.
Y eso es exactamente lo que nadie quiere aceptar.
¿Se podría afirmar que hay una alianza tóxica entre el big tech y el poder político?
Ya sea por intervenir activamente, por pasividad o, sencillamente, por mantenerse aparentemente al margen . es necesario conocer el resultado final.
Mientras el empleo se tambalea, las grandes tecnológicas no compiten por contratos: compiten por gobiernos.
Las mismas empresas que desarrollan sistemas para analizar tus emociones, predecir tu conducta, identificar tu rostro y clasificar tu perfil, también desarrollan los sistemas de vigilancia y control social que muchos estados están encantados de comprar.
No hace falta conspiración para entenderlo: las corporaciones necesitan poder político, y los políticos necesitan herramientas de monitoreo.
La simbiosis es perfecta, limpia y terriblemente eficiente.
La erosión democrática no llega vestida de dictador: llega disfrazada de app de productividad y dashboard de seguridad nacional.
Mientras tanto, programas de diversidad y justicia social desaparecen como si hubieran sido un error de software: META, GOOGLE o AMAZON, por poner algunos ejemplos, están recortando iniciativas que molestan a sus donantes favoritos o apuestan por el despido a favor de una mayor inversión en tecnología.
Estamos entrando en una fase donde la tecnología sirve al poder, no a la ciudadanía —y eso debería preocuparnos más que la IA que es capaz de replicar la voz de tu cantante favorita o redacta maravillosos memorándums para nuestros consejos de administración.
Pero, aún y todo, esa misma tecnología, parece un castillo de naipes que se tambalea.
No solo es un riesgo social: hay señales muy claras en los mercados de que algo está mal.
- PETER THIEL, sí, ese mismo que apostó temprano por lo que se considera como “locura” muchas cosas, vendió por completo sus acciones en NVIDIA (su mayor exposición) en el tercer trimestre de este 2025.
- ¿Por qué? Porque teme que la ola de inversión en IA esté inflada, que las valoraciones sean más HYPE que músculo (Algunos lo llaman “AI hype loop”).
- Incluso GOLDMAN SACHS, con todo el glamour bancario, ha advertido sobre una caída en los próximos 12-24 meses. (Nosotros creemos que en mucho menos tiempo).
- No olvides que DEEPSEEK, esa startup revolucionaria de origen chino, sufrió un ciberataque justo cuando su aplicación se hizo viral. La vulnerabilidad no es solo técnica, es estructural: política y económica.
Por lo tanto, la burbuja no es solo un meme de inversionistas de REDDIT: hay grasa financiera, y puede quemar.
Pero profundicemos, que hay más…
Dudas técnicas: ¿y si le estamos apostando al modelo equivocado?
Mientras muchos se la juegan todo por el todo a LLMs (modelos de lenguaje gigantes), hay voces —sí, incluso de dentro de la industria— que dicen: “esto no es el futuro, es solo un desvío”.
- YANN LeCUN, el mayor referente de la IA en Meta, lo ha dicho sin rodeos: los LLM son útiles, pero no son el camino hacia una verdadera inteligencia general.
- LeCUN propone algo más ambicioso: WORLD MODELS, modelos que comprenden la física, el entorno, la causalidad y no solo el texto.
- La preocupación es que la industria esté “sorbiendo el aire” de cualquier otro enfoque: todos corren hacia lo mismo, saturando recursos y capital en un solo paradigma, mientras el verdadero futuro podría estar en otro lugar.
Si tiene razón, podríamos estar construyendo enormes fortalezas de fantasía que explotaran cuando alguien pregunte: “¿y para qué sirve esto, de verdad?”.
¿Es una cortina de humo que oculta otra realidad?
¿Esa realidad tiene mucho que ver con la geopolítica?
Los utópicos te dirán que no.
Los distópicos te dirán que sí.
Es tuya la elección y, por supuesto, la acción.
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